La autoestima y los problemas de aprendizaje
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El concepto de autoestima se refiere a los sentimientos y pensamientos que la persona tiene acerca de su competencia y valía en su habilidad para diferenciarse y confrontar los desafíos, aprender del éxito y del fracaso, y tratar a los demás y a sí mismo con respeto. La autoestima es una fuerza que determina la capacidad de una persona para sobreponerse a la adversidad.
¿Cómo saber si un niño tiene baja autoestima?
Los niños con alta autoestima tienden a utilizar estrategias adaptativas que promueven el crecimiento. Por ejemplo, un niño que tiene dificultades para resolver un cálculo pedirá ayuda. En contraste, los niños con baja autoestima tienden a utilizar estrategias que son poco productivas y no promueven el éxito o crecimiento. Las más comunes son copiarse de otro, hacerse los payasos, molestar a otros, evadir la tarea o juego, o exponer excusas para quitar importancia a la situación (como que es aburrido o tonto, o que la maestra no sabe explicar). Estas conductas son un intento por manejar el estrés que les provocan estas tareas y para mantener un sentido de dignidad. Para ayudar a un niño con dificultades de aprendizaje debemos enseñarles a sustituir estas estrategias poco adaptativas por otras más adaptativas y eficientes. Para ello es importante proveerles oportunidades que fortalezcan su autoestima. Teoría de atribución Sabemos que los niños, especialmente aquellos con problemas de aprendizaje, enfrentan muchos desafíos desde edad temprana. Algunos desafíos terminan en una experiencia exitosa. Sin embargo, gran parte de estos desafíos terminan en una experiencia de fracaso si es que no cuentan con los recursos adecuados. Un niño que fracasa continuamente en el aprendizaje, que ocupa el 80% de su vida, tenderá a atribuir el fracaso a su estima global. La teoría de atribución indica que los niños empiezan a buscar razones por las cuales ellos obtienen el fracaso o el éxito. La investigación muestra que los niños con alta autoestima atribuyen su éxito a sus propios esfuerzos, recursos y habilidades. Estos niños asumen un crédito positivo a sus éxitos y sienten un genuino sentido de control respecto de lo que está sucediendo en su vida. Son niños que experimentan el éxito de forma temprana en su vida y reciben una respuesta estimuladora del ambiente. En contraste, los niños que encuentran muchas frustraciones y desilusiones son más propensos a creer que su rendimiento está sustentado por falta de “suerte”, esto es, debilitando la confianza en sus habilidades y en ser dueños de controlar el rendimiento futuro. Por ejemplo, muchos niños con problemas de aprendizaje tienden a desestimar una buena nota en un examen diciendo comentarios como “tuve suerte”, “la prueba era fácil” o “la maestra me regaló nota”. Estos niños minimizan el rol que tuvieron en la obtención del éxito. Desafortunadamente, el efecto acumulativo de fracasos influye en la percepción de las experiencias de éxito. La autoestima está fuertemente implicada en cómo los niños perciben sus errores y fracasos.
Por ejemplo, supongamos que dos niños de una misma clase tuvieron un dictado de palabras y obtuvieron una mala nota. El niño con buena autoestima dirá: “yo puedo sacar mejor nota la próxima vez estudiaré más o pediré ayuda a la maestra para aprender mejor estas palabras”. El niño con baja autoestima dirá: “esta maestra es una tramposa, nunca nos dijo que nos preguntaría todas estas palabras y que bajaría tantos puntos por palabras, es su culpa”. El primer niño, más que sentirse amenazado por sus errores, cree que ellos son una experiencia para aprender. Estos niños típicamente atribuyen sus errores a factores que pueden ser dominados por ellos para cambiar, como la falta de esfuerzo (cuando la prueba se encuentra dentro de sus posibilidades) o la utilización de estrategias inefectivas (poco estudio). El segundo niño refleja baja autoestima al culpar a otro para esconder su doloroso sentimiento de “soy un fracaso, yo no puedo cambiar, yo no puedo obtener un buen rendimiento”. En lugar de creer que sus errores son una experiencia para aprender y mejorar en el futuro, los niños con problemas de aprendizaje frecuentemente piensan que cada fracaso es una soga al cuello. Estos niños creen que sus errores resultan de condiciones que no son controlables, como la falta de habilidad o la baja inteligencia. Un círculo vicioso se inicia cuando los niños creen que no pueden aprender de sus errores. Se sienten faltos de esperanza y desean evitar cualquier experiencia humillante, por lo cual evitan tareas antes de empezarlas, ponen excusas, culpan a otros o adoptan conductas para manejar el estrés, como ser el payaso de la clase o molestar a otros, o adoptan una actitud pasiva y dependiente. Los adultos tienden a pensar que a estos niños les falta perseverancia; sin embargo, su evasión no es más que un intento por evitar una frustración que consideran humillante para su autoconcepto.
Ningún niño es inmune a los miedos que se desprenden de una situación de fracaso o error, pero los niños con problemas de aprendizaje son especialmente vulnerables a estos miedos. Han experimentado tanto fracaso que su energía está puesta en evadir esta frustración en lugar de implementar las estrategias eficaces para enfrentarla. Es que no saben elegir estrategias eficaces y necesitan que se las mostremos.
Darles responsabilidades
Para que los niños con DA desarrollen un sentido de autonomía y orgullo, será necesario proveerles de oportunidades para que asuman responsabilidades y contribuciones a su entorno familiar, escolar y de la comunidad. La experiencia de hacer una diferencia positiva para los demás, influye directamente en el autorrespeto y actúa como un antídoto para los sentimientos de aislamiento, desconfianza y desvalorización.
■ Darle un cartel de “ayudante del día”, que se irá rotando por todos los niños. El ayudante deberá colaborar con la maestra y con los alumnos, incluso con otro personal de la escuela.
■ Elaborar una lista de encargos tanto en casa (poner la mesa, bajar persianas, sacar la basura, preparar un refresco para el padre, preparar el desayuno los fines de semana, etc.) como en el colegio (llevar el registro, regar una planta, ordenar las sillas una vez finalizado el día, etc.).
■ Ayudar a otros niños en tareas que son una destreza para el niño. Por ejemplo, si es hábil para las matemáticas, podrá pedírsele que ayude o explique a otro niño.
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